ATLAS DE BOSQUES DE LA PENÍNSULA IBÉRICA

Los árboles caducifolios son aquellos que pierden sus hojas a lo largo del otoño, para volver a formar otras en primavera. Presentan una estrategia evolutiva basada en unas condiciones ambientales favorables, con una alta disposición de recursos, que les permite conseguir los elementos necesarios para poder renovar la hoja cada año.

 

En la Península Ibérica el principal recurso limitante suele ser la disponibilidad hídrica, dado que gran parte del territorio corresponde con zona de precipitaciones medias o bajas, con altas temperaturas que favorecen la evapotranspriración, por lo que este tipo de bosques se desarrollan fundamentalmente en los entornos de los climas húmedos del norte (Cornisa Cantábrica y Pirineos) y asociados a los suelos de ribera, con aportes hídricos contínuos.

 

No obstante, también se localizan de forma más puntual asociadas a algunas zonas de mayor humedad, generalmente asociadas a hoces húmedas o sistemas de sierras con influencia oceánica por su ubicación occidental.

 

En cuanto a las especies que componen estos bosques destacan los robles (roble carballo y roble albar) y los castaños, pero también fresnos, alisos, abedules, chopos, arces... No hemos incluido los hayedos, dado que en general esta especie se presenta de forma monoespecífica, es decir en bosques puros y sin mezclas de otras especies. Los robles marcescentes (quejigos, melojos...) aunque se pueden entender con una forma singular de hoja caduca, se han preferido separar como un apartado propio, dada sus características diferenciadas.

 

Comentar finalmente que es este un tipo de bosque muy escaso en nuestro territorio, muy afectado por la acción humana que ha aprovechado la fertilidad de sus suelos para implantar actividades agrarias. Es además un bosque muy bello y estético, con gran variedad de especies y tonalidades, que hace su visita una experiencia imborrable.